En busca de mi varita.

*Abrí la puerta de la tienda. Dentro estaba oscuro, era oscuro , estrecho y de mal aspecto. En un escaparate, sobre un cojín de desteñido color púrpura, se veía una única varita. Al entrar una campanilla resonó en el fondo de la tienda. Había miles cajas estrechas, amontonadas cuidadosamente hasta el techo. Entonces saludé en busca de alguien:*

- ¿Hay alguien?

Un hombre mayor apareció entonces como si hubiera salido de la nada detrás del mostrador. Su cara mostraba cansancio, pero su mirada era todo lo contrario, llena de vida.

- Buenos días señor, ¿qué puedo hacer por usted?

- Buenos días...vengo en busca de una varita - respondí con una sonrisa. - Me han dicho que usted es el mejor fabricantes de varitas del país.

- Su comentario me halaga - respondió el dependiente. - He fabricado muchísimas varitas, y en cada una de ellas he puesto toda mi pasión. Me alegra saber que la gente piensa eso pues eso me hace feliz.

El hombre se alejó y volvió poco después con varias cajas. Sacó de una de ellas una varita y dijo:

- Cójala y agítela...

Pero antes de que el chico pudiera siquiera asir fuerte la varita, el hombre se la quitó de las manos.

- Es la varita quién elige al mago - murmuraba. - Ésta tampoco - negó cuando le retiró igual de rápido la segunda varita.

Tras varios intentos, la varita de ébano de 28cm, flexible y con núcleo de pluma de fénix fue la elegida. Ya que ésta desprendió un intenso brillo en cuanto Jason la tocó.

- Aquí tienes ... serán 7 galeones joven.

Sostuve mi varita fuertemente, mientras escuchaba al dependiente. Entonces saqué el dinero de la bolsa y le entregué los 7 galeones para luego salir de la tienda con la varita aún en la mano.

- Muchas gracias - me despedí.